Foto: Marià Serrat

La miel es un producto de incalculable valor gracias a sus cualidades sanitarias: el papel que desempeña en la creación de anticuerpos y su importancia dentro del terreno energético. Además, las abejas ejercen un papel fundamental durante la polinización, proceso llevado a cabo por los insectos y que permite la producción de frutos y semillas y, en caso de que desaparecieran, la humanidad tardaría pocos años en hacerlo. Por eso la miel y, por extensión, las abejas, resultan tan importantes para los seres humanos.

Todos estos beneficios muestran la importancia de un alimento que extraen de forma rutinaria los nómadas de Aguelmame Sidi Ali. Mohammed, uno de nuestros guías (y traductor) en estos días de viaje y aprendizaje por Marruecos, nos cuenta que la extracción de la miel se realiza sin guantes. Un dato que, nada más escucharlo, me impacta de sobremanera.

La extracción de miel es un proceso largo, arduo y complejo. No solamente por lo dificultoso del mismo y la paulatina disminución de las colonias de abejas, cortesía del cambio climático, sino también por lo rocambolesco que puede llegar a ser un proceso que conlleva, con total seguridad, una gran cantidad de picaduras de abeja. Realizar todo este proceso sin protección alguna no es más que la confirmación de lo difícil y hostil que se convierten para el mundo nómada, cada una de las actividades cotidianas que tan livianas pueden resultar para otros.

“¿Lo tenemos todo demasiado fácil?”. Es una pregunta que, a menudo, se me pasa por la cabeza cuando Moha, después de traducir las palabras de una mujer nómada que nos ha ayudado mucho a entender su día a día, dice: “Si la abeja te pica, se muere”. Palabras que denotan una resiliencia que, a los más urbanitas, quizá, puede resultarnos chocante. “A veces nos ahogamos en un vaso de agua”. Eso, tras lo vivido hoy, lo tengo más claro que nunca.