Foto: Lucía Vallarino

Colores, olores y muchas personas caminando de un lado a otro. Pasillos pequeños, luces y sombras a lo largo del camino, murmullos, maullidos y el llamado al rezo a lo lejos. Acabamos de llegar a la medina de Fez y mis sentidos ya están súper estimulados. Mohamed, nuestro guía, nos explica con calma el concepto de medina (ciudad árabe tradicional medieval), y nos cuenta que la de Fez es la más grande del país, albergando en su interior la zona peatonal más grande del mundo. Su forma laberíntica hace que solo los locales y quienes se criaron en ella sepan orientarse, siendo muy común que quienes la visitan terminen perdidos.

Tras veinte minutos de recorrido, nos dimos de lleno con un claro de luz que reveló una pequeña plaza con bancos de hormigón y algunos árboles. Un lugar agradable para descansar un poco del agobie de los pequeños pasillos de la medina, sin ser por el olor a podredumbre que abunda en el aire. Olor que se fue intensificando a medida que nos acercamos a nuestro próximo destino: las cortidurías de Chowara.

Ingresamos por una pequeña puerta y fuimos subiendo varios pisos hasta llegar a una gran terraza llena de productos hechos de distintos tipos de cuero y una vista privilegiada a la centenaria curtiduría. El lugar olía a muerte, una mezcla a piel de animal con orina y excremento. Un humilde señor, que no mencionó su nombre, nos dio la bienvenida y, con el objetivo final de vendernos, aunque sea una prenda de cuero, comenzó a contarnos sobre el proceso que llevan a cabo en las curtidurías.

El primer paso del proceso, una vez que reciben las pieles del matadero, es colocarlas en tinajas con agua, cal y excremento de paloma. Este paso es clave para suavizar el cuero y eliminar bacterias. Durante dos semanas quedan reposando en cal hasta que las cambian a las tinajas de colores, deshaciéndose del contenido de la tinaja blanca en el río. “Lo que viene de la tierra termina en la tierra”, nos dice el hombre, justificando así los desechos en el río Fez.

Las tinajas de colores están hechas a base de agua y colorantes naturales. La roja es a base de tinte de amapola, la verde a base de menta, la naranja es de henna, la amarilla de azafrán y la marrón de tamarindo y cedro. Las pieles deben reposar durante dos semanas más en el color. Luego de finalizar el proceso de teñido, quitan las pieles de la tinaja, las escurren y las dejan secándose al sol por unos días. Una vez secas, las trasladan para poder fabricar los distintos productos de cuero que luego se venderán en la ciudad.