Fez

“Donde hay luz no entra enfermedad”

Una mirada al mundo, un sistema de ventilación low cost y sostenible o un método natural para prevenir enfermedades. Un recorrido por la medina de Fez a través de sus ventanas

18 Julio 2022

3 minutos de lectura

Foto: Sara Martínez

Tras siete horas tiradas, literalmente, en el aeropuerto del Prat de Barcelona, por fin llegamos a Fez. Las laberínticas calles de la medina más grande del país nos dan una calurosa bienvenida y pasamos la tarde perdiéndonos por la que es la zona peatonal más grande del mundo. En seguida capta mi atención una pequeña ventana que sobresale de un edificio, como una especie de balcón diminuto y casi oculto. Se trata de una celosía típica de las construcciones del siglo XIV. Gracias a ella, las mujeres podían ver sin ser vistas desde el interior de sus hogares, contemplando los días pasar y a los niños jugar. Una ventana indiscreta a través de la que se comunicaban entre ellas antes de la llegada, hace no mucho, de WhatsApp a sus vidas.

No sabría decir si fue por el hecho de descubrir la historia de estas pequeñas ventanas con vistas al mundo, o por el efecto del calor o el de la magia que se desprende de cada pequeño detalle que impregna la medina de Fez, pero lo cierto es que nunca había prestado tanta atención a las ventanas. Y es que, sin duda, llama la atención lo pequeñísimas que son todas las ventanas que se ven en los edificios del casco viejo. Lejos de ser un dato insignificante o puramente estético, las ventanas pequeñas estratégicamente colocadas en las fachadas de las casas facilitan una mejor ventilación de los hogares, algo imprescindible en uno de los lugares más cálidos del planeta.

En un determinado momento, tenemos la suerte de poder acceder al interior de una vivienda de la medina. Sus techos de cerca de siete metros y la enorme ventana casi en el techo llaman la atención nada más entrar. Igual que las ventanas pequeñas de las fachadas, la altura del techo sirve para mantener la temperatura del interior de la vivienda varios grados por debajo de la temperatura exterior. Sin embargo, la gran ventana, que no tiene cortinas de ningún tipo que la cubran, no tiene esta función, sino una médica. Y es que la luz solar nos proporciona energía eléctrica, sí, pero también vital, ayudando al correcto funcionamiento de nuestro cuerpo. Como dice el refranero popular español: “donde entra el sol, no entra el doctor”. O, como decía la abuela de nuestro guía, “donde hay luz no entra enfermedad”. Un remedio natural internacional y que nos acompaña desde que el mundo es mundo para prevenir enfermedades como la tuberculosis, las alergias, la depresión o incluso el cáncer. Y todo, gracias a una ventana.

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