Foto: Sara Martínez

Aún estamos mareados por el vuelo en avión y apenas estamos procesando la explosión de olores, colores, sabores y sonidos que nos rodea. Pero aun así ya hay un guía local a nuestro lado, listo para encabezar un recorrido por la medina de Fez. Poco a poco vamos detectando los principios constructivos que se han desarrollado en ella para que el entorno sea cómodo, sustentable y habitable: pasillos con techos porosos que generan sombra sin acumular calor, construcciones de materiales locales como el estuco y la madera de cedro; pozos, aljibes y fuentes para recolectar y preservar agua, y muros gruesos con ventanas pequeñas para generar un aislamiento térmico que proteja del clima extremo. Pero, así como el entorno natural le ha dado forma a la medina, su arquitectura también es el resultado de cuestiones sociales. Su ambiente místico deriva de la relevancia que tiene la privacidad en la cultura. Desde fuera no se puede saber qué tan grande o pequeña es cada casa pues las dimensiones y el acomodo de estas resulta engañoso y procura ocultarlo. La riqueza es personal, la vida privada también. Todos los balcones, patios y espacios dan hacia el interior, para el goce exclusivo de quienes los habitan.

Al principio parece ser un sitio inmune al paso del tiempo, pero pronto notamos cosas que han cambiado. Ha aumentado la emigración hacia otras ciudades y otros países, algunas de las obras que se iban a restaurar se abandonaron y otras construcciones se encuentran apuntaladas, a la espera del mantenimiento constante que necesitan para no perder fuerza o caer. El alcantarillado suplió a algunas fuentes que hoy en día lucen más bien como basureros siendo, en palabras de nuestro guía: “Solamente recuerdos olvidados de lo que solían hacer”. Adicionalmente, a causa del calentamiento global el agua escasea y cada vez se debe cavar más profundo para encontrarla en el subsuelo. En tan solo 50 años, han pasado de excavar dos metros para hallarla, a excavar diez. Pero, las medinas son espacios de resiliencia, donde la vida prevalece a pesar de todos los desafíos y cambios que atraviesa.

Fundada durante el siglo IX d.C. y clasificada como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, la medina de Fez pone tus cinco sentidos en alerta cuando recorres sus laberínticos pasadizos, encontrándote con sensaciones que no conocías, percibiendo movimientos en todos los rincones a la vez, y escuchando una interesante mezcla sonora de gritos en el mercado, música en la plaza y el llamado a oración en la mezquita. Es ahí, en un espacio tan saturado de todo, que uno comprende que el valor de la vivienda no está determinado solamente por las construcciones, sino también por la vida que las habita, y la cotidianidad que las conforma.