Fez

Conociendo la gastronomía marroquí

Marruecos y España son dos países distintos en muchos ámbitos: cultural, lingüístico, arquitectónico y religioso. Hoy, el primer día en el que estaremos ahí, lo aprovecharemos para tener un primer contacto, pues son muchos los prejuicios que rodean al territorio y que intentaremos disipar a lo largo de los próximos 10 días

18 Julio 2022

2-3 minutos de lectura

Foto: Artur Torras

Llegamos a Fez hacia las 5 de la tarde. Después de pasar por las aduanas, conseguir datos móviles para documentar la realidad de lo que será nuestro día a día y recoger nuestra maleta, salimos del aeropuerto rumbo a lo desconocido. ¿La misión? Una que acostumbra a resultar muy difícil: alejarse de los prejuicios para construir una mirada propia del territorio. Nada más llegar a Fez, vamos directos al restaurante. La ocasión perfecta para obtener un primer contacto con la gastronomía del territorio, así como para descubrir qué alimentos tienen un papel protagonista.

Nada más llegar al local, me sorprende su imponente estética. Un estilo arquitectónico único que da mucha fuerza a sus acabados. Nos ofrecen un té. El que será el primero de muchos. Viene acompañado de unos dulces que son tan bellos en lo estético como deliciosos en lo gustativo. El primer contacto se salda de forma positiva, siendo solamente el entrante de lo que llegará después. Empiezan a llegar los platos para picar. Una infinidad de pequeños platos, protagonizados por fruta y verdura, se colocan ante nuestras narices.

Los prejuicios, que tan difíciles son de evitar, empiezan a disiparse. Mientras voy descubriendo, bocado a bocado, la esencia gastronómica de Marruecos empieza un concierto que acaba de ayudarme a conectar con el territorio. La música suena plácida y alegre, mientras los manjares se van vaciando y mi maleta de experiencias empieza a llenarse. Se crea una magia única que nos da la bienvenida de manera impresionante. Tomamos fotos, bailamos y disfrutamos del postre que nos acompañará durante todo el viaje: melón y sandía. Ambos de una exquisitez absoluta.

Finalmente, entre aplausos, carcajadas y alegría, nos despedimos. Con el estómago lleno todo se ve mucho más claro, y es que no podríamos haber tenido un mejor recibimiento. Bajé del aeropuerto con la mente abierta, pero con algunos prejuicios, y a Marruecos le bastaron 45 minutos para mostrarme la infinita belleza que guarda en sus entrañas. Mucho camino por descubrir en los próximos 10 días, pero ya hay mucho tramo recorrido en menos de 2 horas.

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