Gargantas del M’Goun

El tajín y la tradición

Para conocer a fondo las costumbres y tradiciones de un territorio no basta con buscarlo en Internet. Es importante tener contacto con gente de la zona que explique de primera mano muchísimas de las tradiciones que se han ido transmitiendo de padres a hijos/as

24 Julio 2022

2-3 minutos de lectura

Foto: Marià Serrat

Nos adentramos en las gargantas del M’Goun para encontrar el refugio en el que pasaremos hoy la noche. Después de una larga travesía andando por el río, llegamos a la casa a las 7 de la tarde. A esa hora ya empieza a oscurecer y los cocineros sacan sus herramientas para preparar lo que se prevé una cena abundante, rica y tradicional. Ismael, uno de los cocineros de esta noche y amigo del dueño del refugio, nos ha acompañado a lo largo de nuestro viaje por las gargantas del M’Goun. Decido entrar a la cocina para conocer, de primera mano, lo que va a ser nuestra cena (y todos los elementos culturales que la rodean).

40 minutos de charla dan para mucho. El tajín es un engranaje capital dentro de la cocina de Marruecos. El nombre del mismo viene dado por el recipiente donde se cocina. Antes de llegar a Marruecos investigué muchas cosas acerca de su gastronomía, para llegar con los deberes hechos, pero muchas de las cosas que me dice no se pueden encontrar en Internet porque provienen de algo tan importante como la cultura y la tradición. Conocimientos pasados de generación en generación y que solamente puedes conocer si tienes la suerte de hablar con la gente del territorio.

Ismael me cuenta que los tajines más habituales son los de carne y verdura (aunque hay hasta un total de cinco), que su preparación tiene tres etapas y que suelen prepararlo los hombres (el cuscús las mujeres). Informaciones que no solamente ayudan a entender el trasfondo de cada plato y la amalgama de sabores que le acompaña, sino también la importancia de un legado que enriquece culturalmente cada uno de los territorios que tenemos el placer de visitar. Por eso es importante empaparse de la cultura de los sitios que uno visita. Porque nos permite entender mejor el contexto, las tradiciones, la gastronomía y las personas que lo componen. Me marcho de las gargantas del M’Goun con la reconfortante sensación de haber obtenido una parte más del puzle que compone ese bello país, e injustamente repleto de prejuicios, que es Marruecos.

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