Foto: Tomás Díaz

Cerca del pueblo llamado Jorf comenzamos a notar montículos de arena muy prominentes. Uno detrás de otro de forma lineal parece indicarnos un rumbo, o más bien una dirección. Decidimos parar en uno de estos montículos un poco diferente al resto, con una estructura sobre él. Así, descubrimos que estos montones pertenecen a una compleja estructura que recibe el nombre de khettara. Una khettara es una obra hidráulica muy curiosa que puede alcanzar kilómetros de extensión, y que es tan antigua como la agricultura en sí. Traída por los árabes a Marruecos, esta técnica de extracción de agua subterránea consistía en hacer hoyos en la tierra en forma de túnel con un ligero desnivel desde el cauce de un río subterráneo hasta donde se quería dirigir el agua. Además de estos túneles creaban también un gran número de reggar, los montículos que vimos desde arriba.
Estos funcionaban como zonas de extracción de material, ya sea arena, tierra o cualquier otro elemento que entorpezca que el agua llegue a su punto final.

Gracias a la gravedad, el agua se desliza a través de estas extensas cavernas hasta llegar al lugar requerido, las distintas poblaciones humanas de la zona, evitando tener que bombear el agua desde un pozo, muchas veces, lejano. En cuanto a la estructura que vimos sobre el reggar, se trata de lo que antiguamente usaban para extraer el material no deseado. Consiste en un asiento frente a una rueda relativamente grande en la que se sujetaba una cuerda con una especie de contenedor que se cargaba de arena desde abajo. Luego, con los pies, hacían girar la rueda hasta que el material no deseado salía a la superficie, terminando de vaciar el contenedor. Repetían el proceso tantas veces como fuera necesario y había personas que se dedicaban particularmente a este trabajo.

Usadas hasta el siglo pasado, actualmente, con la llegada de la energía solar a Marruecos y el potente sol que hay en esta zona durante todo el año, las khettara dejaron de utilizarse. Ahora la fuerza de polea para subir el agua desde los pozos subterráneos la hace un motor alimentado por el sol, lo que no nos deja de sorprender es el cómo sin herramientas, ni avances tecnológicos lograron resolver el problema del agua mucho antes de que existiera el concepto de crisis hídrica.