Marrakech

Marrakech, una amalgama de cultura y turismo

Marrakech es una ciudad turística, donde turismo, cultura y tradición se encuentran para dar lugar a la zona más cosmopolita y variopinta de Marruecos

26 Julio 2022

2-3 minutos de lectura

Foto: Marià Serrat

Penúltimo día explorando y descubriendo Marruecos, en el que será un día marcado por el largo desplazamiento en coche. Pasado mediodía llegamos a nuestro destino final: Marrakech, lugar donde nos despedimos entre abrazos de quienes han sido nuestros conductores a lo largo de los últimos nueve días, y llevamos nuestro equipaje en el riad. Ya instalados y, después de descansar un poco del sofocante calor marroquí, vamos camino de la plaza principal: Djemaa el-Fna.

Si nada más llegar a Marrakech me impacta lo cosmopolita y turística que se ve la ciudad, todavía lo hace más su plaza principal: un bullicio cultural y lingüístico, donde tradición y turismo se dan la mano para crear una experiencia única. A medida que avanzamos por la gigantesca plaza de Marrakech, encontramos decenas de puestos de comida tradicional y, paseando entre cada uno de ellos, sus vendedores se acercan a nosotros y nos dicen, entre amistosos tirones de brazo, que su comida es la mejor de la zona. Pese a que de primeras pueda resultar un tanto invasivo, acabas cayendo en el encanto de la experiencia. Porque la plaza de Djemaa el-Fna es, en sí misma, una experiencia.

Además de los típicos locales de comida, también hay un enorme bullicio cultural. Hay zonas repletas de especias, puestos callejeros de venta de animales (con especies, desgraciadamente, en peligro de extinción), zonas donde venden productos artesanales de todo tipo…o etc. Todo esto consigue que la plaza se convierta en un núcleo cultural del que es imposible no enriquecerse y aprender.

Dejamos que la muchedumbre nos absorba para conocer la plaza desde las entrañas. La experiencia magnifica su belleza cuando eres capaz de mimetizarte con el caudaloso río de personas que reina por la plaza, para observar, de primera mano, el sinfín de comerciantes y consumidores que componen la zona.

Finalmente cenamos en la terraza de un pequeño local con vistas a la plaza, observamos la magia de Jamal, bañada por la luz de la luna, y finalmente regresamos a nuestro riad con la cartera un poco más vacía, la barriga llena una noche más y la sensación de haber vivido un momento mágico de esos imposibles de olvidar. De esos que llenan la mochila de experiencias y el alma de recuerdos.

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