Erfoud

Palmeras datileras y sus mil litros diarios de agua

Antes de irnos al corazón del desierto, visitamos las palmeras datileras donde conocimos sus racimos, el proceso de riego y los tiempos de cosecha. El dátil es muy apreciado por marroquíes y musulmanes, pues, es una fruta mencionada en el Corán y hace parte de su cultura, su economía y su alimento diario

21 Julio 2022

4 minutos de lectura

Foto: Alicia Gómez

Esa mañana, salimos del hotel Xaluca y, antes de pasar a la finca, visitamos una kasbah. Allí, varias niñas y niños me pidieron lápices. Recordé que tenía dulces de café colombianos y, al sacarlos de la camioneta, se me lanzaron con sus manos extendidas para recibirlos. Me agradecieron con una sonrisa generosa. Después, nos dirigimos a conocer los que preparan allí, los palmerales de los dátiles, que hoy hacen de Erfud la capital gastronómica de estos frutos.

“Aquí la gente tiene dos opciones –nos cuenta una de las personas encargadas de la finca–: trabajar en el turismo o cosechar dátiles, ya sea para el consumo diario o en las grandes plantaciones de las que los frutos salen para comercializar y exportar”. Esta persona nos mostró la bodega donde está ubicado el pozo que tienen que excavar cada vez más para extraer el agua y que usan habitualmente en el riego. En seguida, nos dirigimos hacia el invernadero. Allí tienen las palmas en crecimiento, de diferentes tamaños y variedades. En el invernadero, hay seis surcos en cada lado, separados por mangueras que canalizan el agua gota a gota. Le preguntamos a la persona acerca de la cantidad de agua que necesita. Responde y Mohamed, nuestro guía, traduce: en toda la extensión de la finca, incluidos los invernaderos, hay más de 1.000 palmeras y cada palmera necesita un aporte continuo de agua, cerca de cinco litros al día: es decir, se necesitan 5.000 litros diarios de agua para el riego de esta plantación.

Foto: Alicia Gómez

Confieso que saber eso me dejó algo preocupada. Recordé que, si bien seguíamos en una zona de oasis, el corazón del desierto estaba muy cerca y es una zona muy árida. Seguí con mi cuestionario: ¿Cómo hacen en los periodos de sequía? ¿Se pierden las cosechas?

Al dirigirnos hacia las plantaciones, me sorprendió ver solo hombres en el lugar y pregunté si las mujeres también trabajan allí. Mohamed asintió y comentó que, sobre todo, ellas laboran en las fincas más pequeñas. Caminamos unos cuantos metros y, en el fondo de la plantación se dejan ver palmeras mucho más grandes que las que teníamos al frente. Sí, estaban más pequeñas, pero con racimos grandes de dátiles verdes. También había muchas mangueras para el sistema de riego continuo por goteo. El riego, entonces, es el componente que tiene el mayor coste en una plantación de palmeras, ya que las raíces deben tener un abastecimiento de humedad constante.

Después del intenso verano, la cosecha llega en octubre y se extiende hasta el siguiente enero. Si nuestra expedición hubiese sido en octubre, habríamos presenciado el más grande festival de los dátiles, con danza y música tradicionales. La visita finalizó casi al mediodía, con una degustación de los dátiles ya empacados y listos para consumo. Estaban congelados, por lo que fue un cierre perfecto, ante la alta temperatura que se tenía.

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