Perfiles

Lago Aguelmame Sidi Ali

Mimuna

Autora: Alicia Gómez

La pastora y nómada amazigh Mimuna dijo que tenía muchos, pero muchos años… Vive con su nieto, esposo y bisnieta. El idioma no fue impedimento, la sonrisa y carisma de Mimuna lograron una bella interacción. Desde lo alto de la colina, donde estaba arreando sus más de 30 ovejas, nos mostró el nuevo pozo donde recogen el agua a diario en el burro. La fuente de agua se encuentra al otro lado de la carretera, en un enclave cercano a un árbol.

La abuela amazigh tenía sus uñas pintadas y tatuajes desgastados por el paso de los años. Sonreía contándonos que tenía familia en Casablanca. Estaba muy feliz y orgullosa porque una de sus bisnietas va a la escuela y habla francés.

Foto: Marià Serrat.

Foto: Natalia Figueroa.

Lago Aguelmame Sidi Ali

Lluís Pont

Autoras: Alicia GómezNatalia Figueroa

Lluís es un catalán que vive enamorado de Marruecos. Con 23 años trabajando en la industria turística de este país, ha formado el Grupo Xaluca que cuenta hoteles y campamentos en distintos lugares del país y que emplea a más de 1.200 personas, siendo en su mayoría artesanos que se han incorporado con el fin de fomentar y compartir el arte, la cultura y la hospitalidad marroquí.

Actualmente, Pont lidera junto a su socio, Tayeb Ettaiek, un ambicioso proyecto próximo a estrenarse: la transformación de un antiguo refugio de montaña en un hotel en los alrededores del lago Aguelmame Sidi Ali. Ubicado en la zona del Medio Atlas, este espacio contará con un enfoque de protección ambiental en el que se tienen dos metas claras: la recuperación de aguas negras en un 98% y un proyecto de reforestación con árboles de cedro en todo el contorno del lago.

Embalse de Bassin du Ginir

Suad Bumeshul

Autoras: Sara MartínezLucía Vallarino

A sus 31 años, Suad Bumeshul es la ingeniera del estado para el embalse de ‘Bassin du Ginir’, en el río Ziz. Joven, árabe y divorciada, Suad define su trabajo como noble, y no se arrepiente de los 8 años de formación que se esconden detrás de su carrera profesional. “La preservación del medio ambiente debería ser lo más importante a nivel internacional para todas las personas, sobre todo las más jóvenes. Hay que darle la prioridad que merece en todos los ámbitos de la vida, incluyendo el doméstico. Y hay que hacerlo ya”. Un mensaje con el que Suad destaca la emergencia de una crisis climática mundial, y nos insta a unirnos en todo el mundo para crear sinergias que nos permitan transformar el mundo que conocemos en uno más justo, verde y en paz.

Foto: Lucía Vallarino.

Foto: Lucía Valllarino.

Mercado de Rissani

Maymun Alaui

Autora: Lucía Vallarino

Maymun Alaui tiene 34 años y trabaja desde hace más de 15 en el negocio de su familia, una farmacia bereber en el mercado de Rissani. Ama su profesión de comerciante y a pesar de haber estudiado solo primaria, habla 6 idiomas (árabe, español, francés, inglés, alemán e italiano). Afirma que aprendió las herramientas de su trabajo y los distintos idiomas en “la escuela de la vida, en la calle”.

Erg Chebbi

Mubarak

Autoras: Sara MartínezMarià Serrat

Mubarak lleva 25 años trabajando entre cinco y siete horas diarias en el desierto del Erg Chebbi como camellero. Es su principal fuente de ingresos. Su familia, antes nómada, vive también del turismo, pero recogiendo y vendiendo fósiles del Sahara. Mubarak siente que su trabajo cada vez es más duro porque la temperatura aumenta año tras año, siendo ya extrema en el mes de agosto.

Foto: Lucía Vallerino.

Foto: Lucía Vallarino.

Pueblo de Merdani

Hayat

Autora: Lucía Vallarino

Hayat, nombre árabe cuyo significado es “vida”. Tiene 22 años, y vive en el pueblo de Merdani, en el desierto del Sahara, con su madre y sus hermanos pequeños desde hace unos cinco años. Estudió durante ocho años en Rissani, en un internado; hasta que terminó sus estudios y se volvió a vivir con su familia.
Se casó hace un tiempo, su idea era crear su propio hogar viviendo en otro lado… No le gusta vivir en Merdani. Es una vida dura y es un lugar que queda “alejado de todo”. Pero su matrimonio no funcionó y a los cuatro meses se divorció, regresando junto a su familia.

En su día a día se dedica a cuidar de la casa, a ayudar a su madre con sus hermanos pequeños y a buscar agua… tarea difícil en los últimos tiempos, dado que hace un mes se secó su pozo y tienen que ir muy lejos para conseguirla.

Fezna

Said

Autora: Alicia Gómez

Los ojos cafés de Said resaltaban mucho con su turbante negro muy estilo bereber. Calzaba unas sandalias muy típicas. Este joven pastor tiene la tarea de salir todos días muy temprano con sus más de 50 ovejas para buscar pasto y agua. Como se aleja bastante de casa, carga en su mochila dátiles, pan y una botella con agua para hidratarse. Regresa siempre a casa en la tarde-noche. Aquel día, eran casi las 10 de la mañana. Said ya llevaba varios kilómetros de recorrido. Lo encontramos junto a un pozo, sacando el agua para sus ovejas. Era un rebaño colorido. Había ejemplares de tonalidades café, negras y blancas. Estaban alborotadas, unas aprovechando el descanso y las más pequeñas turnándose para hidratarse en el canal del agua sacada del pozo. El joven cree que cada vez es más difícil conseguir agua. “Cada vez toca excavar más, alejarse más, es muy dura la vida aquí”, apunta.

Foto: Marià Serrat.

Foto: Natalia Figueroa.

Mellab

Aicha

Autoras: Sara MartínezLucía Vallarino

Aicha vive en Mellab, tiene tres hermanos y a sus 18 años trabaja en una tienda familiar que queda a unos pocos kilómetros de la ciudad. Como la tienda queda en la ruta, todos los días los dueños de la cafetería la recogen para llevarla y traerla de nuevo a su casa. Trabaja codo a codo con la dueña de la cafetería, quien le enseñó la labor y también a hacer tatuajes de henna.

Estudia en la preparatoria y todavía no sabe a qué se quiere dedicar en el futuro; aún lo está pensando. Pero algo de lo que no tiene dudas es que le gustaría mudarse a otro lugar “mejor”. Considera la vida en Mellab es muy difícil y escasa de oportunidades.

Gargantas del Todra

Sofía

Autora: Sara Martínez

Sofía, amazigh de nacimiento, lleva viviendo en Granada con sus padres desde que tenía 5 años. Allí estudia ahora el grado de Trabajo Social y, como el resto de jóvenes, espera conseguir un empleo relacionado con sus estudios. Este objetivo no debería serle difícil ya que, entre otras capacidades, habla perfectamente 5 idiomas (inglés, francés, castellano, amazigh y árabe). Cada verano, ella y su familia viajan a Marruecos para visitar a amigas y familiares. Su primo también vive en España, pero su historia es bien distinta. Viajó solo y pasó un año y siete meses en un centro de menores de Melilla antes de poder residir en Girona de forma legal. Dos historias muy distintas que se encuentran cada verano en las Gargantas del río Todra.

En su día a día se dedica a cuidar de la casa, a ayudar a su madre con sus hermanos pequeños y a buscar agua… tarea difícil en los últimos tiempos, dado que hace un mes se secó su pozo y tienen que ir muy lejos para conseguirla.

Foto: Lucía Vallarino.

Foto: Natalia Figueroa.

En una cueva

Ali

Autor: Tomás Díaz

Este anciano, de entre 85 y 90 años, es parte de una familia de nómadas que desde hace una década no se mueven de su cueva. Ciego, producto de la edad, vive en la cueva. Es su hogar ya sea invierno o verano. La estación fría es la peor debido a la nieve que cae. Tiene dos hijos que actualmente viven en el pueblo. No recuerda su edad exactamente, pero de lo que sí se acuerda es de la época previa a la independencia de Marruecos en 1956. Esa fecha coincidió con el retorno del Rey y la conformación del país. En su día a día, cuida las cabras y desempeña tareas varias incluso a pesar de su ceguera. Su familia posee un panel solar que fue donado por una asociación. La energía eléctrica que obtienen les sirve para cargar el teléfono celular o tener alguna luz. El agua al ser de pozo siempre está limpia y la traen desde Dades. Recuerda con un poco de miedo que, antes de la independencia, se debían cuidar todos los detalles como “tener que sonreírles a todos los militares que pasen por miedo a ser agredidos”. Desde pequeño, lo ha pasado muy mal, pero cuando su hijo tuvo edad suficiente se “jubiló” y comenzó a vivir más pleno. El alimento base de la familia son dátiles, pan higos. Viven en un conjunto de cuatro cuevas donde cada uno tiene su habitación y donde la más grande es la de uso común. El mejor momento para él es ahora y aconseja a la juventud trabajar y estudiar mucho.

Gargantas del M’Goun

Ismael

Autoras: Natalia FigueroaArtur Torras

Ismael tiene 25 años y sueña con estudiar para poder ser, algún día, profesor. Mientras tanto, guía recorridos por los imponentes cañones y gargantas del río M’Goun. A raíz de esta ocupación, habla distintos idiomas, pero sorprende, especialmente, su dominio del inglés. Además de hablarlo a la perfección, nos cuenta que lo aprendió de manera autodidacta viendo películas y series estadounidenses. Gracias a eso, podemos comunicarnos con él sin intermediarios ni barreras, y aprender mientras nos lleva por un puente antiguo que se construyó para el traslado de mercancías en mula.

Nos cuenta la vital importancia del agua cristalina y comparte información muy interesante sobre el turismo de la región. Al regresar a nuestro refugio de alta montaña, también nos introduce en la cocina marroquí. Nos cuenta que lleva más de 12 años cocinando, que lo aprendió por pasión y que lo vienen haciendo durante mucho tiempo en el refugio de las gargantas del río M’Goun. Charlamos con él y sus compañeros de cocina y nos cuentan de primera mano todas las tradiciones que rodean a la gastronomía marroquí: para elaborar un buen tajín se comienza preparando la carne, luego las cebollas y finalmente los vegetales. Su distribución es capital para una buena elaboración. También nos cuenta que hay hasta 5 tipos distintos de tajín (en función de los alimentos que lo acompañan), aunque los más habituales son los de carne y verdura

Foto: Natalia Figueroa.

Provincia de Dades

Toda

Autora: Sara Martínez

Toda lleva 14 años trabajando como vendedora en la Cooperativa ‘Agriol Touterroir’ junto a otras 20 mujeres que, por distintos motivos, necesitan una fuente de ingresos propia para poder ayudar a sus familias. “Estoy muy feliz aquí. Todas las mujeres jóvenes deberían pensar en conseguir un trabajo como este para no tener que pedirles dinero a sus maridos”.

Foto: Lucía Vallarino.

Foto: Marià Serrat.

Vive Merzouga

Mohamed

Autor: Marià Serrat

 Le encanta enseñar su país a la otra gente. Con los extranjeros, aprende idiomas y costumbres de otros lugares mientras él enseña los de Marruecos.

Le fascina cómo ha crecido su pueblo, Merzuga, donde antes la vida era dura porque no llegaba la carretera. Con nostalgia recuerda su infancia jugando con la arena de las dunas. Dice que entonces se conocían todos/as y en cambio ahora, que ha llegado la carretera, ya nadie se conoce.

Alto atlas, Butagrar

Hera

Autora: Lucía Vallarino

Hera tiene 22 años. Desde hace algunos años vive con sus abuelos y su hermano en Butagrar, en el Alto Atlas. Su mamá murió cuando tenía tres años y su papá se volvió a casar, se mudó al pueblo y los dejó viviendo con su familia.
En su día a día se dedica a cuidar de su casa, un conjunto de cuevas que adaptaron como refugio y hogar. Además, es la encargada de ir a buscar el agua, tarea que no es sencilla ya que la consiguen en una fuente que queda a varios kilómetros. Los días que tiene suerte puede aprovechar la bicicleta de su hermano para ir a buscarla.
A Hera le encanta arreglarse, es por eso que suele maquillarse y pintarse las uñas, las manos y los pies con Henna. Además, cuenta con un tatuaje en el mentón, que afirma no tener más significado que una elección puramente estética.

Lamentablemente Hera no pudo acceder a ir a la escuela. Su ilusión es algún día casarse, mudarse al pueblo y ser mamá

Foto: Lucía Vallarino.

Foto: Natalia Figueroa.

Butarar

Hanna y Fatima

Autora: Alicia Gómez

Hanna de 18 años y Fátima de 34 años son vecinas y viven en Butharar. Habitualmente, se ponen de acuerdo para ir al río a lavar la ropa. Aunque ir al río a lavar no tiene horario, ni calendario, ellas dos, por lo general, se encuentran los domingos, aprovechan el largo rato para hablar de la vida, dicen, sonriendo. Hanna va a la escuela y vive con su familia. Fátima vive con su esposo y sus tres hijos

Foto: Natalia Figueroa.

Foto: Natalia Figueroa

Lago Aguelmame Sidi Ali

Ibra Ettaiek

Autora: Natalia Figueroa

En el Hotel Xaluca Aguelmame Sidi Ali –ubicado en el lago que le da ese nombre– el ambiente es frenético. Se están haciendo mil cosas a la vez: pintando retoques, colocando luces, equipando habitaciones, armando caminos. Pero entre ese frenesí rige un silencioso y casi imperceptible orden. Todos saben qué hacer y cómo hacerlo para pronto poder inaugurar este –casi terminado– refugio de montaña.

Y en medio del vestíbulo principal se acerca curioso un chico joven que ha estado trabajando en el mismo. Cuando le pregunto su nombre, me muestra una taza que lo tiene tallado y, al preguntar por lo que está tomando, me sorprende con su respuesta al decir que es mate, una popular bebida sudamericana. Ibra, que es marroquí, pero estudia en España (y domina perfectamente el idioma), dice que ha hecho amigos de distintos países, pero que con los latinoamericanos siente un particular vínculo estrecho.

Conversando sobre este futuro hospedaje de Grupo Xaluca, Ibra comenta que es esa calidez la que debe regir nuestro paso por la vida y dice con una sonrisa: “Al final, no nos llevamos nada más que la manera en que tratamos a la gente”

Marrakech

Zahira

Autor: Tomás Díaz

Mujer de 35 a 40 años. Estudió literatura española y está diplomada desde 2005. Trabajó en una agencia de viajes hasta el 2007, para luego dedicarse a lo que es el trabajo como guía por Marrakech de forma particular. Casada, pero sin hijos, creció en la medina. Ahora vive fuera de ella. Lo que la hace feliz es estar plena, no le interesan los grandes lujos.

Recalca en su relato que es difícil trabajar siendo mujer en el rubro del turismo, pero con una mirada optimista se dice a sí misma, que va con sus valores y son esos mismos los que pone adelante. Muestra cierta felicidad y preocupación al darse cuenta que el cielo no siempre está tan limpio como hoy y que tenemos      mucha suerte, pero le apena ver la contaminación al pasar de los días. El mensaje que le daría a las personas que quieren dedicarse a su rubro siendo estas mujeres de Marrakech es “ser la mejor versión de nuestra cultura”. Es decir: ser honestos y fiables con la realidad, estudiar más el fenómeno social para poder transmitir de forma correcta y sin prejuicios sobre la cultura.

Foto: Lucía Vallarino